Apego: Su repercusión en la infancia y en la vida adulta

¿Qué es el apego?

Cuando hablamos de apego nos referimos a un tipo de lazo afectivo y emocional que se da entre dos personas en el cual se genera un intercambio de placer, seguridad, cuidado y confort.

Las experiencias relacionales tempranas, es decir, el vínculo que se establece entre un bebé y su cuidador/a principal es lo que va a moldear su forma de desenvolverse a nivel interpersonal a lo largo de la vida.

Desde un primer momento el apego hacia un protector ayudará al lactante a sentirse seguro: a regular sus emociones y a explorar el medio ambiente.

Según varias investigaciones todas las personas llegamos a este mundo con una predisposición innata para establecer lazos con aquellos que cumplen el rol de cuidarnos.

La razón principal de esto es asegurarnos tanto la supervivencia como el desarrollo.

 

Apego en la niñez

El apego se desarrolla en 4 fases:

1era fase inicial de pre-apego (1-2 meses): El bebé conecta con ciertas señales del medio ambiente como por ejemplo el sonido de voces humanas. Sin embargo, no discrimina a quién dirige los comportamientos de apego. La separación del cuidador o cuidadora principal, en esta etapa, puede no provocar estados de malestar.

2da fase de instauración del apego: El bebé desarrolla preferencia por una o más personas (cuidadores) respondiendo a ellas de forma diferenciada.

3ra fase de exploración activa y búsqueda de proximidad (7 meses aproximadamente): El bebé manifiesta una conducta activa de apego como, por ejemplo, buscar proximidad hacia una determinada persona o protestar ante la separación de ella.

4ta Fase de relación corregida por objetivos (alrededor de los 3 años de edad): Esta etapa tiene lugar cuando el pequeño puede imaginar los planes de la figura de apego (madre, padre o cuidador) y sintonizar sus propios planes en concordancia con estos. El vínculo se consolida debido a un mayor nivel de sofisticación cognitiva del niño pudiendo negociar la proximidad no solamente desde lo físico, sino también desde lo psicológico o simbólico.

Si bien en los inicios de la teoría del apego de John Bowlby se consideraba la proximidad física como objetivo principal del apego, esta mirada fue evolucionando con el paso del tiempo.

Hoy en día se sostiene que el comportamiento de los niños y niñas no se orienta solamente a la búsqueda de protección ante un posible peligro presente, sino además, a asegurarse la disponibilidad del cuidador o cuidadora principal.

 

Apego en la niñez

 

Tipos de Apego: causas y consecuencias

A grandes rasgos, el apego seguro posibilita al niño a explorar, conocer el mundo y a relacionarse con las otras personas.

Esto se debe a que, gracias a él, el pequeño adquiere la sensación de seguridad ante la amenaza de cualquier peligro debido a la disponibilidad de su cuidador o cuidadora principal.

Si esto no ocurriese, los miedos o inseguridades del niño o niña influirían en el modo de interpretar el mundo y de vincularse con los otros.

De todos modos, no existe una única forma de apego, sino que se han propuesto 4 tipos diferentes, los cuales detallaremos a continuación:

 

  • Apego seguro: Caracterizado por la incondicionalidad.

El niño confía plenamente en que su cuidador o cuidadora no le fallará. A su vez, se siente aceptado, valorado y querido.

Este tipo de apego depende de la constancia que tenga el cuidador/a en proporcionarle seguridad y cuidados al niño.

Se trata de una persona atenta y comunicadora con el bebé donde la tarea de cuidado trasciende el hecho de cubrir solo las necesidades de higiene y alimentación. Suponiendo un vínculo de una entrega casi total hacia el bebé.

Aquellos niños o niñas que han desarrollado un apego seguro interactúan de manera confiada y curiosa con el entorno y manifiestan comportamientos activos. Se puede observar un lazo emocional equilibrado entre el niño y la figura vincular de apego. Se sienten aceptados de forma incondicional.

No les resulta dificultoso unirse íntimamente a las personas y tampoco temen el abandono ya que cuando fueron pequeños sus padres o cuidadores principales supieron responder de manera empática a todas sus necesidades emocionales.

Es el tipo de apego más sano. Las personas con apego seguro logran transitar una vida independiente sin prescindir de sus relaciones interpersonales o vínculos afectivos y son capaces de convivir con los demás desde la empatía, la flexibilidad y la comunicación asertiva.

 

  • Apego ansioso y ambivalente

En este caso, el niño o niña no confía plenamente en su cuidador, ya que éste se muestra muy impredecible ante su conducta y necesidades y esto le ocasiona sentimientos de inseguridad.

Sucede así debido a la inconsistencia del cuidador/a respecto a brindarle seguridad y cuidados al pequeño. Se da en los hijos de padres incoherentes, que a veces actúan de forma desmedida ante las necesidades del menor, mientras que en otras ocasiones presentan indiferencia.

Entre las consecuencias, estos niños con apego ansioso-ambivalente suelen manifestar sentimientos de angustia debido a la incoherencia de su cuidador al expresar emociones o sentimientos contrapuestos.

Las emociones más comunes de quienes desarrollan este tipo de apego son el miedo y la angustia desmedida frente a las separaciones, así como también, dificultades para encontrar la calma una vez el cuidador regresa.

Suelen necesitar la aprobación de su cuidador, permanecer constantemente atentos ante el temor al abandono, relacionarse con el entorno de modo poco relajado y no alejarse mucho de su figura de apego.

Este tipo de apego ansioso-ambivalente ocasiona muchas veces, ya en la vida adulta, miedo a no ser realmente querido o deseado por sus respectivas parejas.

La dependencia emocional es otro de los factores muy comunes en las personas que han experimentado este tipo de apego.

 

  • Apego evitativo

En este tipo de apego podemos observar, por ejemplo, el caso de los bebés que no lloran cuando se separan de su cuidado. También puede ocurrir que evitan contactos cercanos o sólo se interesan en sus juguetes.

Esto se debe generalmente a que las conductas del cuidador o cuidadora no han generado en el niño/a suficiente seguridad o que las necesidades emocionales del pequeño no han sido atendidas.

Cuando son muy pequeños se suele caer en el error de confundir la despreocupación ante la separación de sus padres con la falsa seguridad en sí mismo.

En el caso del apego evitativo se observa que el niño desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional. Esto se da porque cuando intentó mostrar y compartir sus emociones con sus cuidadores, éstos las negaron, invalidaron o menospreciaron, entendiendo el niño que era un terreno dónde no valía la pena volver a entrar.

La sensación de ser poco querido o valorado, la dificultad para establecer relaciones de intimidad, así como para expresar sus propias emociones o comprender las de los demás son algunas de las características de este tipo de apego. Así como también, los signos fisiológicos de estrés y el hecho de evitar entablar relaciones de intimidad.

 

  • Apego desorganizado 

Hay quienes interpretan al apego desorganizado como una carencia total de apego.

Pero también suele decirse que está conformado por una mezcla de rasgos de apego ansioso y apego evitativo.

Lo cierto es que los niños/as, en este caso, se caracterizan por manifestar comportamientos inadecuados y contradictorios. Suelen tener baja autoestima, muchas inseguridades y sentimiento de culpa. También presentan una hipervigilancia y una alta reactividad, lo que puede hacerles ser explosivos.

Con respecto a los cuidadores/as, por lo general, han tenido conductas inseguras, violentas o negligentes para con sus pequeños como, por ejemplo, el abandono temprano, el maltrato físico o han padecido algún trastorno psicopatológico. El adulto deja de ser una figura de protección para el niño y se convierte en el causante de su miedo.

Los niños que desarrollan apego desorganizado pueden manifestar conductas explosivas, reacciones impulsivas, destrucción de objetos o juguetes y dificultades para relacionarse con sus cuidadores u otras personas.

La dificultad a la hora de gestionar sus emociones los lleva a tener desbordes emocionales y presentar dificultades o imposibilidades de expresar adecuadamente sus emociones evitando situaciones de intimidad.

De adultos/as es común que padezcan altos niveles de ira o frustración, no logren sentirse queridos o mantengan constantemente relaciones conflictivas o incluso desarrollen trastornos de personalidad.

 

¿Cómo identificar el tipo de apego?

Si bien John Bowlby realizó aportes sólidos y súper importantes con su “teoría del apego”, fue Mary Ainsworth quien previamente elaboró la primera técnica para la evaluación del apego en niños a la que llamó “Situación extraña”.

Esta técnica ha sido utilizada por la psicología del desarrollo para identificar el tipo de apego de niños/as a partir de los 12 meses.

Se estudia en condiciones de laboratorio el comportamiento del pequeño/a con respecto a las interacciones de su cuidador/a principal y un adulto/a extraño.

El procedimiento consiste en 8 episodios de aproximadamente 3 minutos:

  • Madre, bebé y experimentador: el observador/a introduce a la madre y a su bebé en una sala con juguetes. Dura unos 30 segundos.
  • Madre y bebé: el bebé explora la sala y los juguetes. La madre no participa de dicha actividad.
  • Extraño, madre e hijo/a: ingresa a la sala una persona desconocida. Durante el primer minuto permanece en silencio. Luego, en el segundo minuto, conversa con la madre. Al comenzar el tercer minuto, la persona extraña comienza a acercarse al bebé.
  • La madre deja a su bebe con el extraño, a solas: la madre se separa del bebé abandonando la sala.
  • La madre regresa y el extraño se va: se produce el reencuentro entre la madre y el bebé. La madre lo saluda, lo reconforta e intenta que el bebé vuelva a jugar.
  • La madre se va: se produce una segunda fase de separación.
  • Vuelve el extraño: ingresa a la sala el extraño intentando interactuar con el bebé.
  • Regresa la madre y se va el extraño: segundo reencuentro entre la madre y el bebé. Lo coge en brazos y el extraño abandona la sala.

Gracias al análisis de lo que sucede en estos episodios se logró clasificar los distintos estilos de apego en los niños.

Compartimos a continuación un enlace para que puedas visualizar mejor de qué se trata: https://www.youtube.com/watch?v=qaXcjExnhbM&t=2s

 

Funciones del apego

«Los bebés humanos, como los de otras especies, están preprogramados para desarrollarse de forma socialmente cooperativa. Si lo hacen o no depende en gran medida de cómo son tratados». John Bowlby

¿Por qué es importante el apego en edades tempranas?

 – Las experiencias relacionales tempranas influyen en el funcionamiento interpersonal a lo largo de toda la vida.

–  Según Bowlby la relación de apego es un mecanismo evolutivo que permite aumentar la probabilidad de supervivencia y éxito reproductivo.

– La búsqueda de la proximidad con la figura de apego es un repertorio biológicamente organizado del niño/a para asegurar su protección y cuidado.

– El niño utiliza la figura del apego como base segura para explorar ambientes o experiencias no familiares, según Ainsworth.

– La niña o niño recurrirá a una figura de apego frente a situaciones de peligro o alarma, con el fin de sentirse segura/o.

– El apego ayuda a desarrollar y consolidar el cerebro del bebé.

– El apego permite conocer el mundo y sentir seguridad y coherencia respecto de uno mismo y de todo aquello que nos rodea.

– La capacidad de regulación interna (emocional) dependerá en gran parte del tipo de apego que se haya

– La habilidad de crear una visión sólida y estructurada de nosotros mismos está vinculada con el apego que hayamos transitado.

 

Trastornos del apego

El apego en sí no es algo patológico (como circula muchas veces en el imaginario social).

El apego se manifiesta como una respuesta adaptativa a diferentes contextos y personas que hemos tenido durante la infancia. En la edad adulta esto resurge con distintos tipos de perfiles de personalidad.

Ahora bien, los trastornos de apego aparecen cuando el pequeño afronta situaciones traumáticas o cuando sus cuidadores principales (figuras de apego) son poco consistentes o negligentes.

En esas situaciones determinadas (maltratos, abusos, falta de cuidados, etc.) el apego se construye como fuente de trauma o como un apego inseguro (desorganizado, evitativo o ansioso-ambivalente).

 

Vida adulta y traumas de apego

Es importante aclarar, que más allá del apego existen otros factores (experiencias, genética, sociedad, cultura, ambiente, etc.) que inciden en el desarrollo.

El tipo de personalidad ya conformada en la vida adulta se da como resultado de la interacción e integración de estas variables y no está supeditado únicamente al tipo de apego que se haya vivenciado y construido durante la infancia.

Además, puede ocurrir también que el niño/a establezca un apego seguro con su madre, por ejemplo, y por otro lado un apego evitativo con su padre.

Dicho esto, podemos concluir que algunas de las afectaciones por los trastornos de apego, son:

  • Disociación
  • Dependencia emocional
  • Dificultades o incapacidad para auto regularse o auto calmarse
  • Evitación de vínculos cercanos
  • Visión del mundo como peligroso o demasiado seguro
  • Miedo al abandono
  • Visión distorsionada de los otros (como agresores, peligrosos, manipuladores)
  • Visión distorsionada de uno mismo (incapaz, malo, peligroso, víctima, inseguro)
  • Conductas de protesta (especialmente cuando se siente que el vínculo corre peligro): llorar, suplicar, agredir
  • Dificultades para vincularse con parejas (buscar aprobación o verificar constantemente ser queridos, evitarlas o sentirse atrapados, ponerlos a prueba)
  • Dificultad para abordar o resolver duelos
  • Baja tolerancia a la frustración o a sensaciones corporales
  • Vincularse emocionalmente con cierto tipo de personas perjudiciales o tóxicas
  • Involucrarse en experiencias nocivas o peligrosas
  • Desorganización del concepto del yo
  • Trastornos de la personalidad
  • Incapacidad o dificultad para pensar sobre uno mismo o sobre los otros
  • Incapacidad o dificultad de mentalización (pensar sobre uno mismo o sobre los otros, elucubrar sobre motivos inexistentes, etc.)
  • Ciertos tipos de depresión

Sin embargo, el hecho de haber vivenciado un determinado tipo de apego no tiene por qué condicionarnos a vincularnos de un modo determinado para siempre.

Uno de nuestros grandes referentes, Daniel Siegel (Neurólogo y director del Center for Human Development) sostiene que mientras seamos capaces de mantener relaciones interpersonales la mente puede seguir desarrollándose durante toda la vida.

“A medida que los padres adquieren mayor conciencia y son cada vez más sanos emocionalmente, sus hijos cosechan los frutos y también ellos avanzan hacia la salud. Eso significa que integrar y cultivar tu propio cerebro es uno de los regalos más afectuosos y generosos que puedes ofrecer a tus hijos.“  Daniel Siegel

Las transformaciones de los modelos mentales interiores del apego pueden ser posibles con un cerebro que esté permeable al cambio como respuesta a la experiencia.

A pesar de los rastros que pudo haber dejado un apego no seguro en la vida adulta, existen tratamientos que nos ayudan a crear vínculos más saludables y beneficiosos.  Los mismos ayudan a modificar ciertas creencias o esquemas mentales y a reaprender a observar el entorno e interpretar la realidad.

 

Claves para un Apego Seguro

Rafael Guerrero (psicólogo, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense, director de Darwin Psicólogos y experto en TDAH) propone dos pilares, que son los más importantes de un apego seguro:

  1. Seguridad, protección e intimidad: Enseñarles a los niños/as a acudir a nosotros (madre/padre/cuidador y también docentes, profesionales, etc.) cuando tengan una problemática, y para eso es imprescindible ofrecerles contextos de seguridad.
  2. Fomentar la autonomía: Consiste en dejarlos explorar y curiosear, con el fin de que puedan valerse de sí mismos. La idea de este punto no es empujarlos sino acompañarlos, animándolos a que den sus propios pasos.

“El apego seguro facilita el contexto adecuado para aprender muchos aspectos de la vida y, entre ellos, la regulación de las emociones”. Rafael Guerrero

Para seguir aprendiendo de sus investigaciones y saberes, compartimos a continuación entrevistas a Rafael Guerrero, sobre “Emociones, apego seguro y adolescencia”:

https://open.spotify.com/episode/6iy7zPMWGwRtNnQ9sM4mO8

Y como dijo Goethe “Sólo hay dos legados duraderos que podemos dejar para nuestros hijos. Uno de estos son raíces, el otro, alas.”

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